viernes, 4 de septiembre de 2009

Cuento infantil: El príncipe rata

Érase una vez en un país muy, muy, pero que muy lejano, más lejano que Albarracín y todo, que vivía un príncipe tan guapo que dolía mirarlo. Sus bucles dorados al viento y su fuerte mentón atraían a princesas llegadas de los más variopintos lugares. Querían casarse con el, o por lo menos echarle un polvete, princesas de Dinamarca, Senegal y Santa Eulalia.
Un día por la tarde, sobre las 2 de la tarde, el príncipe se fue de caza (NOTA: Para los andaluces, no es que se emancipara, sino que se fue a capturar animales). Ya había cazado dos perdices, tres alimañas y un café con leche, cuando se le acercó por la banda un jilguero cantor. Este jilguero abrió el pico y dijo: -Eres el señor de estas tierras, pero no tienes ni media hostia.-
Claro, el príncipe se rió hasta hacerse pis encima, momento que aprovechó el jilguero para atacarle y darle un makoki en la cepa la oreja. El príncipe cayó como el tipo del Getafe al que pegó Pepe.
Cuando el príncipe despertó, se encontró en una celda asquerosa, desde luego. El jilguero apareció y se transformó en mono, luego en un cubata de ron, luego en cachorro de cocker spaniel, luego en mono otra vez y, al final, en un malvado brujo. Este se aproximó y le susurró unas palabras al oido (Eso está muy feo así que, niños que esteis leyendo esto, no lo hagais). El príncipe se puso rojo de ira, más rojo que uno de pueblo tajao. Al brujo le rodeó un aura pausini de color púrpura y empezó a lanzar juramentos y rayos por el culo. Un rayo de sol, oh oh oh atravesó el pecho del príncipe, que cayó fulminado.
Días después amaneció in the middle of the street y en un lugar oscuro. El príncipe se sentía extraño. De repente una rata gigante apareció y le dijo: -Buenas tardes nos de Dios nuestro señor. Que tenga usted un buen día, caballero.- y respondiole: -¿Pero qué me cuentas?- mas ya era tarde. Notose demasiado peludo para lo que era el, que se hacía la cera y la ingle brasileña. Pasó cerca de un charco y vió que se había convertido en... UNA RATA (inesperado, ¿verdad?).
Así que se dio a la mala vida y en su alcantarilla fue conocido como el príncipe rata.
Fin (y Quito).

Moraleja: Por muy guapo que uno sea, siempre puede llegar un hijoputa y transformarte en rata.

By Zieguenssen' R us