martes, 11 de mayo de 2010

Historia de suspense

(Todos los nombres propios que aparecen en esta historia son pura casualidad. De hecho son todo nombres inventados, como se podrá comprobar a continuación)


É
rase una vez, en un lugar muy, muy lejano... más lejano incluso que Sebastopol; vivía un indio con complejo de superioridad. Su nombre: Jorgito Arbusto. Bien sabido es por todos, que los indios se ponían nombres en armonía con la naturaleza. Jorgito tenía dos compañeros de aventuras: Antonio Bleeeeeer (porque su padre tenía un rebaño de ovejas que hacían bleeeer, bleeer) y Chemita Asna (llamado así, creo que por lo de asno, aunque podría ser por cualquier cosa). Eran indios y se dedicaban a hacer el idem.

Un día los tres amiguicos se fueron al pantano de Lula. Allí contemplaron el rostro de Satanás del Vallés mientras un saltimbanki perroflauta hacía malabares con tres piedras de colores. Sin venir al cuento, el individuo les tiró las piedras, cual zapato en rueda de prensa, y los indios quedaron perplejos de que no les diera y confusos ante tal revelación de ira y furia asesina.

Como habían sido atacados, respondieron con sus armas nucleares; pues los indios, queridos niños, ya tenían armamento de destrucción +iva. Armados con sus cedés de macarena, una lata de fuagrás caducao y el sombrero de la Reina Isabel, atacaron a todos los indios de las tribus más lejanas a ellos. Atacaron con malas artes (es decir, con cuadros abstractos) y todos cayeron a sus pies. Hasta la tribu de los irakitos, fieros guerreros que escondían niños en escuelas y mujeres en casas, acabaron sucumbiendo.

Cuando ya habían dominado a casi todas las demás tribus de indios, decidieron que ya era hora de fumar la pipa de la paz.

Moraleja: Fuma pipa de la paz hasta pillar un ciego gordísimo, tan grande que no puedas hacer cosas y ya si eso... ya invades a otras tribus mañana.
By Ziegenssen

viernes, 7 de mayo de 2010

¿Leticia Sabater sigue viva?

El otro día estaba viendo un capítulo de LOST y vi una escena en la que Jack va a un geriátrico a hablar con un amigo de su padre. Hasta aquí todo normal, de no ser por un detalle inquietante: ¿QUÉ COJONES hace Leticia Sabater sentada entre los abuelos de la residencia?
Y si no lo creeis mirad el siguiente fotograma:


By Sun