sábado, 11 de octubre de 2008

Los avecucos del pájaro color canela

Selva del Amazonas, año 1945. Una expedición de valientes, entre la que se encuentra un servidor, que es eso que a veces se cae y Juan se tiene que levantar a las 3 de la mañana para irse al diario de Teruel a arreglarlo, y yo, el profesor Ronald Habelaik, se adentra en la jungla con mochilas llenas de provisiones y sin mapas. Su objetivo: encontrar a los avecucos del pájaro color canela.
Muchas son las leyendas que corren en torno a esta extraña raza de seres, mitad pajaros, mitad monjes. Se dice que viven en monasterios ocultos por la maleza, y que en las calurosas noches del continente americano se les oye entonar su extraño cántico:
-avecuco 1: MORIR HABEMUUUUUUS!
-avecuco 2: YA LO SABEMUUUUUUUS!
Se rumorea entre las tribus que habitan la zona que cuando se oye esto significa que están cazando, y esa noche desaparece algún soltero feo.
Se me ocurrió alertar a mi compañero de expedición Fernando Palito acerca de esta costumbre de los avecucos, ya que era soltero y más feo que mandar a tu abuela a por droga, a lo que él contestó que haría falta algo más que un monje con alas para asustarlo.
La tercera noche, me despertó un ruido. El resto de la expedición dormía plácidamente domingo. Algo crujió entre la maleza. Me levanté sigilosamente y entonces lo ví: una figura que cubría su cabeza con una capucha y lucía dos alas de morceguillo. Comenzó a alejarse, y un servidor, que es eso que a veces se cae y los ordenadores no funcionan, se dispuso a seguirlo sin más atuendo que las mallas de bailarina que me pongo para dormir y jugar al guiñote.
Andé tras ese ser durante un cuarto de hora, o tal vez 15 minutos. Y súbitamente me encontré frente a un monasterio oculto en la selva. Escuché un ruido a mis espaldas y pensé que era el Mariconchi de los autobuses, que venía a ponerme a 20 uñas mirando pa Cuenca, pero era Palito, que me había oído y me siguió. Le dije que íbamos a entrar a ver qué pasaba en el monasterio, si había 2 por 1 o qué, y él asintió con decisión .
Al entrar al monasterio sentimos un extraño olor, como a culo de mono muerto. Comenzamos a avanzar y entonces un grito nos heló la sangre:
-MORIR HABEMUUUUUS!!!!
A lo que otra voz contestó:
-YA LO SABEMUUUUUS!!!!
Habéis sentido alguna vez el miedo en estado puro? Pues yo no.
El caso es que seguimos avanzando sin rumbo ni calimocho, porque se nos había acabado la cantimplora. En un momento determinado, me volví para consultar con Palito la situación, y me di cuenta de que no estaba. Al momento oí un grito desgarrador, probablemente de Palito o del cantante de Mago de Öz, y otra vez esa voz que decía:
-MORIR HABEMUUUUUUS!!!
A lo que otra voz contestó:
-YA LO TENEMUS.

(Esta historia está basada en el cuento de terror "El monasterio", relatado por Javito en las frías noches de medievales. Los personajes son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es un intento de engañaros, ingenuos de mierda)

By. elSabe.

3 comentarios:

Rob-R-To dijo...

Una historia curiosa. Yo una vez escuché otra que tenia que ver con los pájaros de los monjes, pero no es lugar ni momento...

SUERTE

Oscar Sánchez dijo...

"Olia a culo de mono muerto"
Ostias! Como Zárágózá!

Diego dijo...

Se me hace raro ver una historia donde aparecen religiosos y no hay sexo con niños...